El Molar
Fue una de las primeras zonas que redescubrió el gran potencial de las Garnachas cultivadas con producciones bajas, viñas viejas y apostando por la calidad. Los suelos de pizarra, los viñedos de terraza, las laderas pronunciadas y un suave clima mediterráneo, hacen que esta zona sea inconfundible y que sus Garnachas tengan un carácter mineral muy interesante.
Cárdenas
Históricamente la Garnacha ha tenido un gran protagonismo en La Rioja. Durante años fue la variedad principal, hasta que comenzó a sustituirse por la Tempranillo. Aunque también aquí muchas viñas se han arrancado y ya no pueden recuperarse, aún quedan viñas viejas que son auténticas joyas y dan algunas de las mejores Garnachas del mundo.
Uncastillo
A solo 40 kilómetros en línea recta de los Pirineos, en esta zona influenciada por el clima atlántico no es muy habitual encontrar viñedos desde que desaparecieran hace décadas con la filoxera. Actualmente solo queda uno, plantado en 1.999, y ubicado en un enclave único donde el terreno, el clima y la altitud van de la mano para ofrecer el máximo potencial de la Garnacha.
Ribera del Queiles
Situada bajo la influencia del Moncayo, en esta zona es muy habitual encontrar viñas en estado salvaje que han sido abandonadas por sus propietarios. Su clima extremo, con mucho calor en verano y temperaturas muy bajas en invierno, junto con la elevada altitud del terreno, hacen que en estos pueblos de la zona del río Queiles se puedan elaborar Garnachas realmente especiales.
Valle del Ribota
El paisaje agreste y árido de esta región, con un clima continental de temperaturas muy bajas en invierno y muy altas en verano, es donde la Garnacha da lo mejor de sí. Pero por distintos motivos, durante décadas se han arrancado una gran cantidad de viñas de Garnacha, pasando de las 50.000 hectáreas en los años 50, a las apenas 4.000 que hay en la actualidad.